Pixies @ WiZink Center. Madrid. 10.03.2023

Pixies siguen agrandando su leyenda en un concierto trabajado de principio a fin.

· Ofrecieron su show más grande en la capital actuando en el WiZink Center.

Los estadounidenses visitaron la capital dentro de su gira europea donde están presentando su nuevo disco Doggerel (Pixies Recordings/BMG, 2022), su octavo LP y cuarto de la segunda época en activo después de una primera en la que facturaron otros cuatros álbumes que, para muchos, son lo mejor de su influyente discografía. Porque si los de Boston no hubiesen desarrollado una carrera tan activa y prolífica en sus primeros años en activo, seguramente Nirvana, con un Kurt Cobain fan confeso en sus inicios como músico, no hubiesen sido lo que fueron.

Sea como fuere, el cuarteto se enfrentó a un pabellón que lució sus mejores galas, congregando a un numeroso público a pesar de haber actuado el año pasado en el macro-festival Mad Cool Festival y después de su anterior visita a la mítica sala La Riviera, más modesta en cuanto aforo. En esta ocasión el formato “ring plus” del mastodóntico recinto fue testigo del show ofrecido por un Black Francis que lideró a su antojo a la banda completada por un conciso David Lovering a los parches y los platos, una brillante Paz Lenchantin a las cuatro cuerdas y un sobresaliente Joey Santiago haciendo diabluras a las seis cuerdas.

Si hubiesen querido podrían haber desplegado todo su potencial en un concierto corto de una hora y veinte con su particular greatest hits, un par de canciones nuevas y todos a casa, en parte contentos por disfrutar de las canciones de siempre. Sin embargo, Francis y los suyos no son amigos de coger la pasta y marcharse y suelen mostrar su mejor cara ofreciendo actuaciones largas, esta vez brindando un notable espectáculo que llegó hasta las dos horas de duración y que, sin artificios de luces, pantallas laterales y florituras varias, estuvo a la altura de lo esperado.

Hay que sumar un plus a sus conciertos, esos que cada noche son diferentes y en los que cambian el setlist en todas y cada una de sus fechas, como pudo comprobarse en su velada capitalina. Saltaron a escena sin saludar a los presentes y echaron mano de sus instrumentos para comenzar con ‘Cactus’, octavo corte incluido en su LP debut Surfer Rosa (4AD, 1988), dando paso poco después a la guitarrera ‘Vamos’ con Santiago acelerando su muñeca por el mástil de su Gibson Les Paul mientras Lovering acompañaba con el galope de su batería y Lenchantin ponía su voz acompañando a la de Francis. Fue el primer gran momento de la noche, preludio de una cadena de temas centrados en su citado nuevo disco como ‘Vault of Heaven’, ‘Get Simulated’, ‘Dregs of the Wine’ y ‘Haunted House’, quizá la que mejor sonó gracias a su pegada.

Muchos miraban sus móviles aburridos mientras sonaban las nuevas canciones, algunos aprovecharon para visitar el baño y otros llenaban sus vasos gracias a los mochila-man portadores de cerveza, captando el grupo nuevamente su atención con el clásico ‘Hey’ que sirvió como anticipo de lo que estaba por venir. Entonces comenzó la traca de hits casi encadenados (‘Caribou’, ‘Debaser’, ‘Isla de Encanta’, ‘Wave of Mutilation’…), llegando a la versión del ‘Head On’ de los escoceses The Jesus and Mary Chain para, entonces sí, recibir el beneplácito del respetable con vítores y aplausos.

Antes de retirarse hacia los camerinos, el cuarteto deleitó a los asistentes con otro de sus clásicos, el inmortal ‘Where Is My Mind?’ para despedirse con el sencillo ‘Winterlong’ del canadiense Neil Young. Podrían haber ejecutado su grandes éxitos de manual pero no lo hicieron, presentaron su nueva música con empaque y convencidos de que todavía tienen mucho que decir.

Texto: Alfredo Rodríguez
Fotografías: Alfredo Rodríguez