“Cualquier persona debería escuchar un poco de música, leer un poco de poesía y observar un hermoso cuadro todos los días de su vida, para que las preocupaciones mundanas no borren el sentido de lo bello que Dios ha implantado en el alma humana”, solía decir el poeta alemán Johann Wolfgang von Goethe sobre las diferentes artes que cautivaron su inteligencia y espíritu. De todas ellas, la música es la única que entra por los oídos y la que permite una mejor interacción para combinar con otras tareas: desde limpiar la casa hasta trabajar y hacer deporte.
Los auriculares y cualquier aparato para reproducir música son ya el compañero ideal de muchos deportistas. Algunos son incapaces de salir a correr sin sus cascos, la única forma de amenizar cualquier esfuerzo prolongado cuando haces deporte en solitario. Sin embargo, los beneficios de la música van mucho más allá de ser un mero entretenimiento mientras haces ejercicio, ya que numerosos estudios realizados por diferentes universidades han demostrado que es un fuerte detonante para ayudar a mejorar el rendimiento deportivo.
El primer aspecto a tener en cuenta es que la música ocupa la mente y nos evade de nuestros pensamientos. Al realizar un fuerte ejercicio físico, cualquier melodía o programa de radio favorece la desconexión con la actividad que estamos realizando, ayudando a disminuir la sensación de cansancio, dolor y fatiga que produce el entrenamiento.
Un segundo aspecto es la manera en la cual la música puede influir en nuestro estado de ánimo, y sus cualidades para articular las funciones cognitivas del ser humano. Distintos estudios realizados hasta la fecha destacan que la música puede ayudar a potenciar la creatividad, por lo que numerosos artistas la utilizan como vehículo para potenciar su concentración y despertar a las musas. Pero no todas las melodías valen. No es lo mismo escuchar una balada que a un grupo de heavy-metal.
En este sentido, la música instrumental y los hilos musicales de fondo han demostrado mayor efectividad para estimular el cerebro que la música con letras en sus canciones. El objetivo es alcanzar un punto de equilibrio y relajación mental en el que la música ayude a potenciar las capacidades de nuestro cerebro sin llegar a interferir en nuestro pensamiento. La letra podría llegar a distraernos… ¿Quién no ha tarareado inconscientemente una canción?
Sin embargo, nuestras opciones musicales deberían cambiar radicalmente a la hora de hacer deporte. Los ritmos y compases rápidos ayudan a aumentar inconscientemente nuestro rendimiento deportivo. Las clases de spinning o de biclicleta indoor son el mejor ejemplo: los monitores optan por una cadencia suave al principio del entrenamiento para calentar, mientras que en los periodos de mayor explosión la música aumenta en intensidad para condicionar y aumentar nuestra frecuencia cardiaca. Estas ilustrativas sesiones en Youtube pueden orientarnos sobre la música que utilizan los profesionales para sus entrenamientos y sincronizarlos con los picos de intensidad.
El binomio música y deporte ha originado hasta cambios normativos. En 2007, la Federación de Atletismo de Estados Unidos (US Track & Field) –el organismo nacional que administra las competiciones de running- prohibió el uso de auriculares y reproductores de música en sus carreras oficiales para “garantizar la seguridad y evitar que los corredores tengan una ventaja competitiva”.
En ocasiones, algunas pruebas deportivas amateur desaconsejan el uso de reproductores para que los participantes estén más atentos a los anuncios de la carrera o a las advertencias de los organizadores. Sin embargo, estas normas no son fáciles de hacer cumplir. Ninguna federación es capaz de vigilar a 30.000 corredores que se desplazan por diferentes puntos de una ciudad. Además, la normativa diferencia entre aparatos reproductores de música y los dispositivos de comunicación que utilizan muchos atletas para conversar con sus entrenadores, quienes normalmente aconsejan sobre los tiempos, los ritmos y las marcas de las carreras a sus pupilos.
Los corredores profesionales prefieren los jaleos del público o concentrase en su propia respiración para mejorar su rendimiento, pero a lo mejor un deportista aficionado encontrará en las melodías de Beyoncé o Jon Bon Jovi una dosis extra de motivación para acelerar el paso en los últimos compases de una carrera. Eso sí, no olvides incluir las canciones más movidas al final de la lista de reproducción.