Con la maquinaria musical en punto muerto, la mitad del dúo galo Justice, esto es, Gaspard Augé, se lanza con su primer trabajo discográfico en solitario. En su particular aventura el músico y productor conjuga todo su potencial para facturar una docena de canciones que bien podrían servir como banda sonora en una película futurista o relacionada con la ciencia ficción. Porque el artista de Besançon no ha dudado un segundo en inspirarse en el universo de su compatriota Serge Gainsbourg, en las creaciones del compositor italiano Ennio Morricone e incluso en las tonadillas del también italiano Giorgio Moroder para configurar sus composiciones. Grabadas casi en su totalidad en el estudio parisino Motor Bass del difunto Philippe Zdar, están repletas de elementos digitales aderezados brillantemente por sonidos analógicos gracias a teclados como un Yamaha CS-80 hasta un sintetizador Korg, creando atmósferas totalmente cantables a pesar de tratarse de un trabajo instrumental. Cortes como ‘Europa’, ‘Force Majeure’ y ‘Lacrimosa’ están perfectamente conjugados para sonar en directo como si de una banda sinfónica se tratase. Buena parte de culpa la tiene el equipo creado por Augé junto a su amigo Victor le Masne y su ingeniero de sonido Michael Declerck, quienes logran un sobresaliente resultado donde el artista galo más que escapar de su habitual sonido realiza un gran paso hacia adelante con sus particulares inquietudes personales. Con la vista puesta en un segundo largo, logra presentar un gran sonido espacial donde combina elementos pop, electro y dance con un resultado totalmente satisfactorio repleto de curiosidad, experimentación y sueños personales. Mientras la dupla parisina pone en marcha nuevamente su esperado cuarto disco, Gaspard tira de oficio en un debut que lleva fraguando desde hace unos años, viendo materializado el mismo tras explorar su inquieta curiosidad musical.
Alfredo Rodríguez