Cuando el cantante, compositor y productor Antón Álvarez Alfaro afirmó que El Madrileño (Sony Music, 2021) es “el mejor disco de su carrera” estaba en lo cierto. Porque el nuevo LP del antes conocido como Crema, Pucho y Puchito, formado por catorce nuevas composiciones, tiene multitud de detalles reseñables de la primera a la última nota, haciendo del mismo su trabajo más completo. Quizá lo más destacado sea la extensa lista de colaboradores que merece la pena enunciar: Niño de Elche, La Húngara, Toquinho, Ed Maverick, Gipsy Kings, Nicolas Reyes, Tonino Baliardo, Jorge Drexler, José Feliciano, Omar Apollo, Eliades Ochoa, Carin Leon, Adriel Favela, Pepe Blanco, Kiko Veneno y Andrés Calamaro. Con ese imponente elenco de artistas nada podría salir mal, pero si a eso le sumas la brillante producción del omnipresente Alizzz (Lola Indigo, Aitana, Çantamarta) y el gran aporte musical de Víctor Martínez (Niño de Elche, Guitarricadelafuente, Muerdo), la combinación de elementos se plasma en un resultado arrollador. Con una clara evolución tanto en su personalidad como en el personaje, el compendio de géneros musicales explorado es casi inabarcable: desde flamenco a rumba, pasando por bachata, r&b, rock, folk y sonidos latinos en sus distintas acepciones. Lejos queda el rap, el trap y la cultura urbana donde lo encasillaron en los últimos tiempos, centrándose en el pop como referencia, dejando las malas palabras a un lado para hablar extensa e intensamente de amor y desamor, haciendo que la chavalada escuche su música pero llegando también a señoras y cuñados. Y no tenemos que perder de vista el lado visual, un excelente trabajo realizado por Santos Bacana para todas y cada una de las canciones, haciendo que los cortes contengan una historia única par ver mientras escuchas, facturando en la música una película en sí misma. Con una espectacular campaña publicitaria para internacionalizar su cancionero, el disco se ha convertido en algo tan castizo como un cocido, un chotis y una caña, pero tirando de chulería madrileña con grandes dosis latinas.
Alfredo Rodríguez