[Charlotte Gainsbourg @ Razzmatazz. Barcelona. 16.05.2012]
[Promotor: Miles Away]
Tener la oportunidad de ver y disfrutar de un concierto de Charlotte Gainsbourg en nuestro país tiene la misma importancia que ver a Sean Lennon -hijo de Yoko Ono y John Lennon- o Jakob Dylan -con o sin The Wallflowers-. Gracias a la gente de Miles Away, el miércoles pasado las salas 2 y 3 del Razzmatazz acogieron la segunda fiesta temática «Grand Tour». La primera se centró en Bélgica el año pasado durante un caluroso agosto y esta vez le tocaba el turno al país vecino, Francia. Entre otros teníamos a Jupiter, Pegase, Mintel Rose y DJD! pero los dos nombres que sobresalían en el cartel eran la Gainsbourg y Kavinsky. Este último de nombre real Vincent Belorgey empezó hacia las 01:30, dos horas después de finalizar la protagonista de esta reseña, y por eso tuvimos que sacrificar su actuación. El señor Belorgey se ha hecho un nombre durante los meses precedentes gracias a la buena acogida internacional de la Banda Sonora de la película Drive y su tema ‘Nightcall’. Aún así un día entre semana no es el mejor día para montar una fiesta que aúne dos salas hasta las tantas y con alternanza de escenarios a modo de festival. Eso hizo que el público foráneo llenara gran parte del recinto de la sala y los patrios tuviéramos que irnos antes del cierre del metro a medianoche por compromisos laborales al día siguiente. Pero no nos detengamos más en informaciones de relleno y hablemos de la hija de Serge Gainsbourg y Jane Birkin. La menuda y frágil musa de Lars Von Trier, que actualmente está rodando la controvertida The Nymphomaniac, presentaba en la Ciudad Condal, su primera visita a nuestro país, su última referencia titulada Stage Whisper (Because Music/Elektra Records, 2011). Esta vez lo hacía acompañada por una banda vestida de blanco, como si de un verano cualquiera en Ibiza se tratara, liderada por el andrógino aprendiz de El Duque Blanco, el músico neozelandés Connan Mockasin.
Si, a lo mejor, el miércoles no es el mejor día para presentar una velada que se alargue hasta horas intempestivas tampoco es recomendable disfrutar de la belleza del susurro de la pequeña Gaisnbourg en un emplazamiento como el Razzmatazz. Los madrileños son unos afortunados y este verano la diva visitará Madrid para actuar en el Teatro Circo Price el próximo 27 de junio, dentro del ciclo los Veranos de la Villa.
Así pues el albino Mockasin y la londinense demostraron que su unión artística no es tan solo una flor de primavera y que pese a su amor incuestionable por David Bowie -plasmado en la coreada versión del ‘Ashes To Ashes’- su repertorio puede aportar sensibilidad y ese deje intangible que hace que la música de ciertos artistas nos pueda transportar a lugares recónditos de nuestra memoria, de un particular pasado emocional… Pese a ser una noche de contemplación y disfrute de Charlotte sonaron dos canciones del último álbum de monsieur Mockasin: ‘It’s Choade My Dear’ y la que da título a su personal elepé de 2011 ‘Forever Dolphin Love’. Puestos a pedir hubiera preferido que la bella viniese con Beck, el productor de su álbum IRM (Because Music/Elektra Records, 2009) de la que interpretó ‘Heaven Can Wait’, uno de los mejores cortes recibidos de la noche. Una cita que no enamoró pero que encandiló a gran parte del público y sorprendió a fieles por acciones como no incluir ninguna pieza de su debut –5:55 (Because Music/Atlantic/Vice, 2006) a mi entender es quizás su mejor logro- y, por el contrario, interpretar tres piezas de aquel experimento adolescente llamado Charlotte For Ever (Phonogram Records/Mercury Records, 1986), redondo publicado en algunos países bajo el nombre de Lemon Incest (Philips, 1984), que contenía canciones compuestas por su padre y cantadas por ambos en un tono nada apropiado. De todos modos, recemos porque veladas como esa se repitan tantas veces como sea necesario por estos lares. En el nombre del padre, de la madre y la hijísima.
En resumen, fue un regreso a los ochenta del beat, la cocaína, las hombreras y el Studio 54, por los teclados, las vestimentas del combo, la posición sugerente de Charlotte en su tamburete… En una ecuación que contiene el factor edad, surge una simple cuestión de nuestro año de nacimiento. Nuestros padres tuvieron la osadía y suerte de disfrutar de los los originales y transgresores patriarcas de esta cuarentona y a nosotros nos toca empaparnos de su legado, de su cachorro. Amén.
[Texto]: Pau Díaz Peñalver
[Fotografías]: Archivo