Tras una gran jornada inaugural regresamos a La Caja Mágica de Madrid para disfrutar del segundo día de conciertos en el Mad Cool Festival. Solucionados los problemas con las pulseras para pagar, se optó por la posibilidad de comprar bebida y comida en la zona de restauración y barras con dinero en metálico. También se aumentó la señalización de algunas zonas y escenarios, así como entradas y salidas en distintas ubicaciones del recinto, solventando el descontrol del primer día. Con un poco menos de afluencia de público, 32.896 asistentes disfrutamos de una más que interesante programación donde las incidencias quedaron atrás y los presentes disfrutamos de una gran jornada de actuaciones musicales en directo.
Llegamos a tiempo para ver a los galeses Stereophonics ofrecer uno de los mejores conciertos del viernes. Acostumbrados a formar parte de varios festivales en la península durante los últimos años se echa un falta una gira por salas, aunque nos conformamos con su presencia en escenarios de gran tamaño frente a miles de personas. Una manera diferente de disfrutar de su rock musculoso y medios tiempos dulzones, esos en los que Kelly Jones y sus compañeros se defienden a la perfección. Desde la inicial ‘C’Est La Vie’ que abre su último disco Keep The Village Alive (Ignition, 2015) el cuarteto se metió al respetable en el bolsillo, haciendo un repaso por su cancionero con temas como ‘Indian Summer’, ‘Maybe Tomorrow’, ‘Have A Nice Day’ y ‘Dakota’, claro, cerrando un sobresaliente directo con todo el mundo cantando y disfrutando. Seguidos los protagonistas fueron los ingleses Temples con su pop lisérgico y rock psicodélico. Mientras llega la continuación de su interesante debut Sun Structures (Heavenly Recordings, 2014) presentaron algunas nuevas canciones de su esperado nuevo álbum donde pudimos apreciar una similitud en sus sonidos, si bien, tampoco había mucho más que ofrecer sobre las tablas. Cumplieron durante su puesta en escena, aunque tampoco será un grupo para recordar. A quienes sí recordamos a pesar del paso del tiempo es a los angelinos Jane’s Addiction, quienes llegaron a la capital para repasar su mejor disco, Ritual de lo Habitual (Warner Bros., 1990). El peculiar Perry Farrel, elegantemente vestido con un traje rosa, unos zapatos brillantes y un sombrero lideró un grupo que brilló a pesar de las deficiencias de sonido en el primer tramo del concierto. Ofrecieron espectáculo con tres sensuales bailarinas en un show que fue de menos a más y que tuvo como guinda musical un tramo final donde se dejaron gustar versionando a David Bowie (‘Rebel Rebel’) y rescatando algunos de sus himnos como ‘Just Because’ y ‘Jane Says’. Sin descanso sus compatriotas Band Of Horses ofrecieron el mejor concierto de la jornada. Con su vocalista y guitarra Ben Bridwell liderando el grupo, presentaron su quinto largo Why Are You OK (Universal, 2016) interpretando algunas de sus nuevas canciones (sublime escuchar ‘Casual Party’ en directo) pero repasando su material previo con otras composiciones como ‘The Funeral’, ‘Laredo’ y ‘No One’s Gonna Love You’ con un público totalmente entregado. Ojalá regresen pronto para actuar en formato sala porque los de Seattle son una de esas formaciones que se disfrutan más en distancias cortas. A partir de ahí los dos escenarios principales alternaron las actuaciones de los ingleses The Prodigy y los sudafricanos Die Antwoord, convirtiendo a la masa en auténticos locos de la pista de baile. Los primeros echaron mano de sus clásicos básicos (‘Smack My Bitch Up’, ‘Voodoo People’, ‘Firestarter’, ‘Omen’) para corroborar que el suelo del recinto no tenía pinta de hundirse a pesar de las informaciones surgidas en la semana previa a la celebración del festival. Mezclando electrónica y rock de manera sobresaliente, hicieron lo de siempre y triunfaron como siempre. Los segundos arengaron a los presentes con su gran puesta en escena gracias a sus poderosas bases y sus incendiarios bailes. Watkins Tudor “Ninja” y Yolandi Visser, respaldados por DJ Hi-Tek dieron el máximo en su brutal show perfecto para la madrugada.
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Por Alfredo Rodríguez