Graveyard @ Arena. Madrid. 16.05.2013

[Graveyard @ Arena. Madrid. 16.05.2013]
[Promotor: The Mad Note Co.]

Graveyard
Graveyard

No sé muy bien cuál es el motivo por el que de pronto una nueva ola de grupos que reivindican el rock setentero, con su psicodelia, con su influencia bluesera y también con su actitud, han conseguido conectar de esta manera con el público. Si hace unos cuantos años nos dicen que un grupo como Graveyard iba a llegar desde Suecia para llenar salas de un aforo considerable en nuestro país seguramente nos habría entrado la risa. Pero los caminos del rock (y de los gustos del populacho) son inescrutables y la madrileña Sala Arena abrió sus puertas con una interminable cola llena de barbas que hizo que la salida al escenario de estos cuatro espigados suecos se retrasará más de lo previsto. Llegado el momento arrancó la sirena que abre ‘An Industry Of Murder’ entre una considerable humareda sobre la que se alzaba la imponente figura y voz de Joakim Nilsson. Desde las primeras notas hasta las últimas el cantante rozó la brillantez, tanto en su versión más aguda y gritona como en la gravedad de la que hace gala en temas como ‘Seven Seven’, de su último disco, Lights Out (Nuclear Blast Records, 2012). Un trabajo que compartió protagonismo con su anterior Hisingen Blues (Nuclear Blast Records, 2011), del que sonaron imprescindibles como ‘Ain’t Fit To Live Here’ o una épica ‘The Siren’ en la que Nilsson terminó de convertir a cualquier pagano que quedara en la sala en el momento de los bises. Temas como éste, ‘Slow Motion Countdown’ o ‘Uncomfortably Numb’, que comienzan rozando la balada para crecer hasta el orgasmo guitarrero, mostraron a los Graveyard más inspirados. Una máquina de precisión relojera que llevó el pulso de la noche a la perfección combinando la lentitud de estas canciones con el golpe directo de otras como ‘Goliath’, ‘Endless Night’, la acelerada cara B ‘Granny & Davis’, en la cual los dedos del bajista Rikard Edlund volaron entre sus cuerdas, o ‘Evil Ways’, rescatada de su debut de 2007. Terminado el concierto uno se queda con la sensación de no saber cuánto durará la fiebre por este nuevo y a la vez viejo sonido pero con la certeza de que, con un directo tan efectista y una discografía tan sólida, seguramente Graveyard aguantarán el tirón unos cuantos años.

[Texto]: Iván Díaz