Más de seis años han pasado ya desde que Arctic Monkeys, esos jóvenes británicos imberbes y repletos de acné, saltaran a la palestra del nuevo rock británico sin la necesidad de haber publicado su primer disco. Un éxito tan inmediato que siempre obliga a uno a levantar la ceja cual Ancelotti en rueda de prensa y pensar que igual de rápido que fue el ascenso será la caída. Nada más lejos de la realidad, Arctic Monkeys siguen jugando a día de hoy en la liga de los grandes. Y no solo eso, con Josh Homme como guía espiritual (y colaborador en un par de temas esta vez) los de Alex Turner han ido evolucionando disco a disco, sin estancarse y otorgando a su música una personalidad que traspasa barreras estilísticas y que ya querrían para sí compañeros de generación. En AM, su quinto larga duración, sus nuevas composiciones se dejan impregnar por coros y ritmos soul y un sabor negroide que convierte el trabajo en uno de los discos más sensuales de la última década. Con una sobresaliente utilización de los coros y el falsete, canciones como la inicial ‘Do I Wanna Know?’, ‘One For The Road’ o ‘I Want It All’ muestran a unos Arctic más comedidos y pausados, que tan solo se acercan al nervio juvenil que los caracterizaba en contadas ocasiones (‘R U Mine?’ y la indecisa ‘Fireside’) y que sufren algún resbalón al juntar en mitad del disco ‘No. 1 Party Anthem’ y ‘Mad Sounds’, medios tiempos con grandes aspiraciones pero que no llegan al nivel mostrado en la final ‘I Wanna Be Yours’. Un perfecto colofón melódico, el que ofrecen con este cierre, para el que seguramente sea el mejor y más arriesgado disco de los Arctic Monkeys parido hasta la fecha. Canciones como ‘Why’d You Only Call Me When You’re High?’ están ahí para defenderlo.
[Texto]: Iván Díaz
